Nos llamas tú a vestirnos el
vestido de la familia, de las relaciones naturales que sostienen el
crecimiento del ser en el amor, en el nido de la afectividad, en la
seguridad, en la confianza, en la posibilidad de alcanzar la plenitud.
El vestido de María y José contigo: la misericordia, entrañable, la
bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón., Y el amor,
como ceñidor de la unidad familiar consumada. Pertenecemos a tu familia,
Señor; haznos participar de tu bien.
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