MARÍA

Niña con el mundo en
el alma.
Sutil, discreta,
oyente,
capaz de correr
riesgos.
Chiquilla de la
espera,
que afronta la
batalla
y vence al miedo.
Señora del
Magnifícat,
que canta la grandeza
velada en lo pequeño.
Y ya muy pronto,
Madre.
hogar de las primeras
enseñanzas,
discípula del hijo
hecho Maestro.
Valiente en la
tormenta,
con él crucificada
abriéndote al
Misterio.
Refugio de los pobres
que muestran,
indefensos,
su desconsuelo
cuando duele la vida,
cuando falta el
sustento.
Aún hoy sigues
hablando,
atravesando el tiempo
mostrándonos la senda
que torna cada
'Hágase'
en un nuevo comienzo.
José María Rodríguez Olaizola, sj
LOS FRANCISCANOS FIELES CUSTODIOS DEL SANTO SEPULCRO
Los franciscanos, enviados en 1217 por San Francisco de Asís, fueron los únicos en asegurar durante siglos una presencia cristiana permanente en Tierra Santa. Los peregrinos los conocen sobre todo como los custodios del Santo Sepulcro. Forman parte del paisaje de Jerusalén desde hace 800 años.
Esta basílica, considerada como el santuario más sagrado de la cristiandad, se construyó en el lugar en que Jesús fue crucificado y sepultado, según la creencia. Centenares de miles de personas van allí cada año.
Los franciscanos también tienen la custodia de la iglesia de la Natividad en Belén.
Pero su acción no se limita a esa función simbólica en Tierra Santa. Instalados en el convento San Salvador de la Ciudad Vieja de Jerusalén, los franciscanos dirigen escuelas a las que acudan unos 10.000 alumnos, la mitad de ellos musulmanes.
El hermano Paulo, un joven seminarista brasileño, da clases pero también se entrena al básquet con sus alumnos palestinos de la escuela Tierra Santa, lindera al convento. Los hermanos administran también centenares de departamentos en la Ciudad Vieja, hogares para peregrinos, y toda una serie de obras caritativas de una comunidad cristiana que no deja de perder vigor.
De los 40.000 habitantes de la Ciudad Vieja unos 6.000 son cristianos y la mitad católicos, tres veces menos que hace 70 años.
El hermano Mario Tangorra, de 94 años, no se imagina terminar su vida en otra parte. “Cuando la inquietud se apodera de mí, me es suficiente con contemplar el campanario del Santo Sepulcro para tener un sentimiento de paz”.
Esta basílica, considerada como el santuario más sagrado de la cristiandad, se construyó en el lugar en que Jesús fue crucificado y sepultado, según la creencia. Centenares de miles de personas van allí cada año.
Los franciscanos también tienen la custodia de la iglesia de la Natividad en Belén.
Pero su acción no se limita a esa función simbólica en Tierra Santa. Instalados en el convento San Salvador de la Ciudad Vieja de Jerusalén, los franciscanos dirigen escuelas a las que acudan unos 10.000 alumnos, la mitad de ellos musulmanes.
El hermano Paulo, un joven seminarista brasileño, da clases pero también se entrena al básquet con sus alumnos palestinos de la escuela Tierra Santa, lindera al convento. Los hermanos administran también centenares de departamentos en la Ciudad Vieja, hogares para peregrinos, y toda una serie de obras caritativas de una comunidad cristiana que no deja de perder vigor.
De los 40.000 habitantes de la Ciudad Vieja unos 6.000 son cristianos y la mitad católicos, tres veces menos que hace 70 años.
El hermano Mario Tangorra, de 94 años, no se imagina terminar su vida en otra parte. “Cuando la inquietud se apodera de mí, me es suficiente con contemplar el campanario del Santo Sepulcro para tener un sentimiento de paz”.
¡QUIÉN ABRIRÁ LA PUERTA HOY?
Así dice el estribillo de una canción de Pablo Alborán... y qué mejor frase para comenzar este curso. Sería bueno plantearnos este inicio de curso –desde donde nos toque vivirlo: hermanas, alumnos, profes, padres…– como una invitación a abrir esas puertas que hagan de este periodo un tiempo de vida.
Quién abrirá la puerta hoy… a establecer relaciones sanas, limpias, compasivas que humanicen.
Quién abrirá la puerta hoy… a dar una opinión diferente y humanizadora aunque nos haga ir contracorriente.
Quién abrirá a puerta hoy… a vivir desde el agradecimiento dejando de lado la queja sin fundamento y la protesta sin propuesta.
Quién abrirá la puerta hoy… a superar los límites que nosotros mismos nos ponemos sabiendo que estamos llamados a ser don de Dios y llamados a cosas grandes.
Quién abrirá la puerta hoy… a reinventar la vida, a no darla por sabida, y descubrir que todo puede ser diferente.
Quién abrirá la puerta hoy… a ser esperanza y optimismo antes la desesperanza y el pesimismo reinante.
Quién abrirá la puerta hoy… ¿quizás Tú?
Agus Couto Picos
Quién abrirá la puerta hoy… a establecer relaciones sanas, limpias, compasivas que humanicen.
Quién abrirá la puerta hoy… a dar una opinión diferente y humanizadora aunque nos haga ir contracorriente.
Quién abrirá a puerta hoy… a vivir desde el agradecimiento dejando de lado la queja sin fundamento y la protesta sin propuesta.
Quién abrirá la puerta hoy… a superar los límites que nosotros mismos nos ponemos sabiendo que estamos llamados a ser don de Dios y llamados a cosas grandes.
Quién abrirá la puerta hoy… a reinventar la vida, a no darla por sabida, y descubrir que todo puede ser diferente.
Quién abrirá la puerta hoy… a ser esperanza y optimismo antes la desesperanza y el pesimismo reinante.
Quién abrirá la puerta hoy… ¿quizás Tú?
Agus Couto Picos
COMULGAR ES ESRAR DE ACUERDO CONTIGO
Cada vez que comulgo, Señor,
estoy reforzando mi amistad contigo,
te capto como alguien vivo y cercano
y siento tu esperanza y fortaleza
en mi interior.
estoy reforzando mi amistad contigo,
te capto como alguien vivo y cercano
y siento tu esperanza y fortaleza
en mi interior.
Cada vez que comulgo contigo,
acepto tus ideas radicales,
de preferir a los pobres y marginados
para gastar mi vida en mejorar la suya.
acepto tus ideas radicales,
de preferir a los pobres y marginados
para gastar mi vida en mejorar la suya.
Cada vez que te recibo en mis entrañas,
renuevas mis ilusiones fraternas,
porque me indicas claramente la ruta
de construir una tierra justa y nueva.
renuevas mis ilusiones fraternas,
porque me indicas claramente la ruta
de construir una tierra justa y nueva.
Cada vez que me acerco hasta tu altar,
me llenas de entusiasmo y de sentido
y ya no puedo prescindir de tu misión
de agrandar mi corazón universal.
me llenas de entusiasmo y de sentido
y ya no puedo prescindir de tu misión
de agrandar mi corazón universal.
Cada vez que entras en mis adentros,
tu espíritu me anima y me sostiene,
haces renacer en mí la solidaridad,
un talante agradecido y sensibilidad.
tu espíritu me anima y me sostiene,
haces renacer en mí la solidaridad,
un talante agradecido y sensibilidad.
Cada vez que me encuentro contigo,
mi corazón se ensancha y se dinamiza,
me sacas de todos mis pequeños egoísmos
y me llenas de tu capacidad
de obrar el bien.
mi corazón se ensancha y se dinamiza,
me sacas de todos mis pequeños egoísmos
y me llenas de tu capacidad
de obrar el bien.
Mari Patxi Ayerra
LA LIMOSNA
Dame un trozo de paz,
Señor, un trozo
de alegría pequeña,
unas migajas
luminosas de amor.
Hoy he llegado
hasta tu puerta al
fin cansado y pobre
para pedirte luz,
para pedirte
tu limosna de paz, de
dicha grande
de que estamos tan
faltos, (tan mendigo
yo mismo de amor y
convivencia
al lado de otros
pobres
que lo ignoran u
olvidan que lo son
y que ahora suplican
en mi verso).
Dame un trozo de
sorpresa muy frágil.
Un cestillo de paz y
de querencia
para volver de nuevo
por mis pasos
e irles repartiendo a
los hombres
pan y amor y alegría
para poder buscarte.
Valentín Arteaga
CUIDA TU INTERIOR

Si cuidáramos tanto nuestro interior como hacemos con nuestro aspecto exterior, nuestra vida sería más bella y auténtica...
DEJA DE PREGUNTARTE POR LO QUE DAS
Si eres de los que se va de campo de trabajo, colonias, campamento, convivencias, experiencia de verano… Tengo algo que decirte: deja de preguntarte cuánto vas a dar, qué quieres aportar… Deja de preguntarte por ti mismo y empieza a preguntarte por aquellos con los que vas a trabajar, con los que vas a compartir parte de tu verano.
Porque lo que está en tu mano dar, qué es lo que vas a hacer y qué límites vas a poner a lo que se te pida, reconócelo, ya lo has decidido antes de empezar el viaje. Y el resto del viaje puede ser un ir queriendo que todo cuadre. Que lo que te pidan y lo que tú quieras coincida. Que tus límites se respeten, que tengas tiempo para ti, y la oportunidad de desarrollarte como persona. Y eso está bien, claro que sí. Pero no es lo importante.
Porque lo importante no es lo que tú vas a hacer en verano. Ni lo que vas a arreglar. Porque si no pretendes arreglar el Mundo, con mayúscula, tampoco pretendas arreglar los pequeños mundos con los que te vas a poner en contacto. Intenta más bien abrir bien los sentidos. Mirar a tu alrededor y reconocer las miradas cansadas, desesperanzadas, ilusionadas, vibrantes. Oír lo que te cuentan, los sonidos del nuevo sitio que va a ser tu casa por una semana, diez días, quince… Escuchar historias que se entrelazan y dan forma a una nueva realidad. Gustar lo nuevo que se abre ante ti y que se te regala, no para que crezcas tú, sino para hacer crecer a otros, para alimentar la vida a tu alrededor. Tocar, abrazar, acariciar, cargar peso, correr, saltar, sentir el contacto de otras personas que te necesitan, que se ponen a tu disposición pero que son el centro de tu verano. Y oler. Olfatear el rastro que el Reino va a ir dejándote para que lo sigas en el encuentro con el otro, con otros pequeños mundos que se irán entrelazando con el tuyo. Respirar hondo para recibir el ánimo.
En definitiva, abrir tus sentidos y tu sentido para recibir, acoger y confiar. Y decidir desde ahí, desde lo que tus sentidos te van a ir regalando, y no desde tu plan perfecto que has hecho en casa, que has decidido con tu acompañante. Ábrete a la vida que se te regala y que es la novedad en la que te vas a sumergir.
Deja de preguntarte por el fruto que vas a aportar o el que quieres conseguir. Agradece cada vez que tus expectativas y planes se frustren, porque entonces estarás experimentando la realidad que se te regala y que es más grande que todo lo que puedas imaginar o planear. Acógelo. Y disfruta del verano, porque el siguiente será otro reto, y lo empezarás también de cero.
SEGUROS
«¿Cuál es tu seguro? ¿Cómo miras por tu futuro? ¿Por cuál te decides? ¡Será fácil encontrar uno a tu medida! Plan de pensiones, inversión pública o privada, seguros que cubren robos o accidentes. Para ti, para tu hogar, para tu coche, para tu comunidad de vecinos o para tu empresa. Te asesoramos. Hay múltiples opciones, porque queremos que obtengas ante todo rentabilidad y que te lluevan las ventajas acerca del dinero que inviertas, pero sin correr excesivos riesgos. Y sin comisiones, porque miramos por ti».
Nos encanta esto. Hablamos demasiado de seguridad, del deseo de vivir tranquilos, y en ocasiones nos olvidamos de vivir ahora, ya, el presente que tenemos entre las manos dejando por un momento de lado los planes de futuro. Queremos asegurarnos la vida y vivir mejor si cabe el futuro que el presente. Nos preocupa vivir la realidad de las estrecheces, de las limitaciones, de las dudas, de lo pequeño, cuando es posible aspirar a lo grande, a lo seguro, a lo ideal, siempre mañana.
Si dejarme llevar por los cimientos de los planes aseguradores impide que viva la pasión del encuentro profundo y diario con la gente, si se reduce mi mirada alrededor, si me hace sentir que se me escapa entre las manos la vida sin sentido y sin sabor de quien no late con el mundo, entonces puede que la seguridad esté siendo demasiado alta, y me esté excediendo en guardar para otro tiempo que nunca sabré si llegará.
¿Por qué no asegurarme en Dios? Unirme a Él y a su palabra, a su mensaje, a su deseo de vivir en contacto con el mundo, a pleno pulmón. Él tampoco cobra comisiones, también mira por mí, por cada uno, me asesora y me da la rentabilidad de continuar trabajando para hacer realidad su sueño en mí.
BIENAVENTURADOS LOS NORMALES
Hace unos días, en una audiencia privada, el papa Francisco respondía a una pregunta sobre el discernimiento vocacional de los jóvenes. «El primero de los criterios es ser normales. Que sepan trabajar, si están estudiando, que sepan estudiar, que tomen con responsabilidad su vida en el momento en que se encuentran», decía. Y el segundo «acompañarlos. En el camino hay tantas sorpresas… Estén atentos a las sorpresas. Hay que ayudarles a mirar a la cara a las sorpresas. Si hay dificultades: resolverlas de frente, a la cara. Ayudarles a alejarse de toda forma de hipocresía. La hipocresía en la Iglesia es una peste: digo una cosa y hago otra. La hipocresía de la mediocridad».
Pero, ¿qué es ser normal? No me voy a meter en el terreno resbaladizo de definir la normalidad... Además, hablando claro, una vocación no deja de ser un hecho que rompe con la cadena causal de los hechos, digamos, normales. Pero la vocación, con todo, es algo 'normal', lógico: lo es si uno se toma en serio las cosas en la vida. Si uno no se conforma con las medias tintas. Y, sobre todo, si Dios juega un papel verdaderamente importante. El amor lo da todo y lleva a entregarlo todo. Por eso, si nos relacionamos con un Dios que es amor lo propio es que estemos llamados a darlo todo. Eso es lo normal.
Pero, ¿cómo estar seguro de esta vocación? Un consejo (que lo dice el papa): dejarse acompañar, lo cual empieza por ser honesto con uno mismo. Para esto hay que tener dos cosas claras. La primera: que una cosa es «lo que uno quiere» y otra cosa es «lo que Dios quiere». El tema pasa por hacerlas coincidir. De ahí, el segundo asunto: no es lo mismo «querer lo que uno quiere» que «querer lo que Dios quiera». Por muy buenas que sean nuestras intenciones, lo primero no deja de ser un ejercicio que muchas veces nos hace vernos con nuestras autosuficiencias, con la competitividad y las falsas proyecciones de uno mismo, lo cual es agotador. Esto tiene que ver con tantas carreras mal elegidas y tantos trabajos que no son coherentes con el sentido que aspira a tener la propia vida.
«Querer lo que Dios quiera» nos puede asustar y remover pero, sin embargo, se relaciona con la mejor versión de uno mismo, con encontrarle un sentido a las dificultades del día a día y con una paz y una alegría de fondo que pocas veces se dan con la primera opción. La clave se encuentra en el servicio. Dios quiere que sirvamos, sin hipocresías; y nosotros, solos, podremos creer que lo que buscamos es servir cuando en realidad también nos buscamos a nosotros mismos: «la hipocresía de la mediocridad».
Lo normal, aunque parezca mentira, no es conformarse con lo mediocre. Lo normal es que queramos devolver lo que hemos recibido. Y hacerlo con pasión. Lo normal es que aspiremos a la felicidad que se nos promete al darlo todo. Y lo normal es que eso empiece por la vida cotidiana, con aquello a lo que se dedica la vida. Y por quién se gasta. Bienaventurados, pues, los normales, porque ellos encontrarán el sentido de sus vidas.
12 RAZONES PARA TRANSMITIR LA FE
«Con ser una buena persona basta». Esa podría ser una rúbrica de nuestra cultura. «Vive y deja vivir». Algunos creyentes, arrastrados por este sentir, están perdiendo el interés en la comunicación de la fe convencidos de que ahí no reside lo importante. Pero no es cierto. Transmitir la grandeza del Dios de Jesús es una ganancia. Y muchas razones lo avalan:
1. Por dar a los otros LO MEJOR. ¿Y qué es lo mejor? Nada es comparable a Dios. La vida está llena de variables (salud/enfermedad, pobreza/riqueza, honor/deshonor, vida/muerte), sólo Dios permanece siempre.
2. Por construir RELACIONES SANAS. Dios 'ordena' todo; es un buen 'corrector' (siempre con la misericordia a cuestas) de nuestros excesos (deseo de posesión, indiferencia, violencia...).
3. Por COHERENCIA. Si somos bautizados, si hemos confirmado nuestra fe, si comulgamos... será porque lo consideramos importante. Si no fuera así, transmitiríamos a los demás una gran incoherencia.
4. Por COMPROMISO. No se puede decir «soy de los de Jesús» y, sin embargo, actuar por cuenta propia. Ser miembro de la Iglesia compromete.
5. Por no echar a perder lo que a su vez HE RECIBIDO y tiene valor. Nadie puede sustituir mi labor, ni puede realizar la misión que me ha sido encomendada. Los talentos que se tienen, o se invierten en beneficio de los otros, o se pierden.
6. Por tratar de construir un mundo más JUSTO. El Evangelio es una Buena Noticia. Educar en los valores del Evangelio contribuye a crear personas justas.
7. Por dar ESPERANZA. La visión materialista ahoga porque pone sus ojos en realidades caducas; la visión cristiana, que trasciende las apariencias, libera.
8. Por animar a ser 'hombres FUERTES', como decía san Pablo (1Co 16, 23), de aquellos que depositan su absoluta confianza en Dios, fortaleza nuestra (Sal 46, 2). La religión cristiana es lo contrario de la 'blandenguería', porque el precio que se paga por un amor que te hace libre es muy alto: marginación, burla, desprecio... la muerte incluida.
9. Por presentar MODELOS DE VIDA que merezcan la pena. Mejor parecerse a Francisco de Asís que al líder del último grupo musical de moda. La historia de la Iglesia está plagada de 'buena gente'.
10. Por reconocer y amar nuestras RAÍCES. Quiénes somos, de dónde venimos... tanto en su sentido original (Dios es Creador y Dador de la vida), como histórico (la fe de nuestros padres nos fue a su vez transmitida).
11. Por crear unión y COMUNIÓN con otros, más allá de lo biológico.
12. Por amor y para comunicar la alegría que nace de UNA FORMA DE AMAR.
ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS

El Encuentro Mundial de las Familias ofreció varios testimonios conmovedores de jóvenes que viven su fe
Uno de los momentos destacados del Encuentro Mundial de las Familias en Dublín, Irlanda, fue una presentación titulada “Testimonios: Jóvenes sobre sus esperanzas y sueños para el matrimonio y la familia en el tercer milenio”.
La presentación incluyó a jóvenes casados, comprometidos y solteros, cada uno con su propia historia que contar, expresando a los presentes cómo su fe católica les ha dado una nueva vida, incluso cuando la cultura que les rodea sigue siendo hostil al Evangelio.
Importancia de transmitir la fe a la siguiente generación
Mark Neville fue el primero en dar su testimonio, explicando cómo él y su esposa se unieron a través de la práctica de su fe católica.
Asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Sídney les ayudó en su discernimiento y poco después se casaron y formaron una familia.
Ahora tienen cuatro hijos y colocan la oración en el centro de sus vidas, enseñando a sus hijos a orar, animándolos a expresar su propio y único amor a Dios. Aunque reciben cierta oposición de sus familiares, permanecen firmes en la práctica de su fe católica.
Neville explicó que “nuestras esperanzas y sueños ahora se centran en nuestros hijos. Y tenemos grandes esperanzas de que en la sociedad de hoy, que no es una sociedad fácil para vivir para nuestros hijos, les demos a nuestros hijos la alegría y la esperanza de ser católicos para ayudarles a vivir el amor de Cristo en sus vidas diarias. Para que Dios pueda ser una luz en su camino”.
Los niños necesitan un ambiente estable y amoroso donde criarse
El siguiente orador fue Isaac Withers, un joven que fue seleccionado como representante de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales en el Sínodo sobre los Jóvenes de 2018.
Comenzó su testimonio recordando los muchos desafíos que afrontan los millennials en el mundo de hoy, especialmente con la proliferación de la pornografía y la cultura sexual que existe entre los jóvenes.
Por si no fuera bastante malo, Withers explicó cómo muchos en su generación son cínicos acerca del matrimonio, basando sus ideas sobre el matrimonio en el ejemplo de sus padres.
Entre un tercio y la mitad de su generación crece en hogares rotos, devastados por el divorcio. Desde este contexto, es difícil ver el matrimonio con una luz positiva.
Por ese motivo, cree Withers, el futuro del mundo depende de la familia y del amor de marido y mujer.
Su esperanza “es que la Iglesia como comunidad apoye mejor a los padres para que sus hijos crezcan experimentando el matrimonio y la familia como estables y amorosos, para revertir el cinismo de muchos de mi generación”.
Cristo debe ser el centro de todo matrimonio
El tercer grupo de oradores fue Meabh Carlin y Christopher Gallen, una pareja de novios que se conoció en el Congreso Eucarístico celebrado en Dublín en 2012.
Su camino juntos hasta ahora ha sido un camino de fe, confiando en Dios y dejándose guiar por Él. Gallen expresó que su esperanza en el matrimonio “es que desde toda mi imperfección, pueda convertirme en un regalo para Meabh y esperar que Dios refleje nuestro amor y produzca grandes cosas”.
Meabh relató que uno de los más grandes consejos que han recibido se refiere a “la libertad que viene cuando nos damos cuenta de que no podemos esperar que nuestro cónyuge cumpla cada anhelo dentro de nosotros”.
Esto les permite entender que Dios es el que puede cumplir sus anhelos más profundos y que su cónyuge nunca podrá estar a la altura.
Juntos esperan poder vivir un matrimonio centrado en Cristo y decir más tarde en la vida: “Te amo más ahora que el día de nuestra boda”.
Una mujer soltera, Ameera Ahmed, compartió su experiencia como católica buscando con esperanza un esposo fiel; y una última pareja, Pauline y Damien Devaney, compartieron cómo Dios los acercó el uno al otro en una situación muy difícil.
Estos jóvenes dan esperanza al mundo en medio de estos tiempos tan oscuros. Son testigos vivos de que la próxima generación no está perdida y de que todavía quedan muchos faros de luz que están tratando de actuar como levadura en el mundo, levantándolo de entre los muertos.
Aleteia
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